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Misterios gozosos meditados

Misterios gozosos
Los misterios gozosos son parte de la oración católica del Rosario, en concreto la primera de las cuatro series de cinco misterios, tratan el anuncio y la infancia de Jesús. Después de los mismos, se rezan los misterios luminosos de la vida pública de Cristo, los misterios dolorosos de la Pasión y los misterios gloriosos de los sucesos ocurridos desde la Resurrección. Los misterios Gozosos se rezan los lunes y los sábados de cada semana.

¿Cuáles son los misterios gozosos del Rosario?

Los misterios gozosos, según explica Juan Pablo II en la encíclica Rosarium Virginis Mariae tienen unas raíces profundas. Meditarlos «significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el sombrío preanuncio del misterio del dolor salvífico.

María nos ayuda a aprender el secreto de la alegría cristiana, recordándonos que el cristianismo es ante todo evangelion, ‘buena noticia’, que tiene su centro o, mejor dicho, su contenido mismo, en la persona de Cristo, el Verbo hecho carne, único Salvador del mundo».

¿Cuándo se rezan los misterios gozosos?

La Iglesia establece que los Misterios Gozosos se recen los lunes y sábados, aunque como leemos en el n. 38 de Rosarium Virginis Mariae «Esta indicación no pretende limitar una conveniente libertad en la meditación personal y comunitaria, según las exigencias espirituales y pastorales y, sobre todo, las coincidencias litúrgicas que pueden sugerir oportunas adaptaciones»

Misterios gozosos meditados

Primer Misterio Gozoso: La Encarnación del Hijo de Dios

«Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la virgen era María» (Lc 1,26-27).

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Después de una breve pausa de reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Segundo Misterio Gozoso: La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel

«En aquellos días María se puso en camino y fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando a voz en grito, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno"» (Lc 1, 39-42)

Después de una breve pausa de reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Tercer Misterio Gozoso:El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén

«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento» (Lc 2,1-7).

Después de una breve pausa de reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Cuarto Misterio Gozoso La presentación de Jesús en el Templo

«Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor» (Lc 2, 21-24).

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Después de una breve pausa de reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Quinto Misterio Gozoso: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

«Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres…
Y sucedió que al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Lc 2, 41-47)

Después de una breve pausa de reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

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